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La
primera imagen de Clarice Lispector (1925-1977) contada por ella misma
es tan reveladora y a la vez elocuente
de la forma como asume el mundo
que vale la pena sopesarla con cuidado : "Mi madre ya estaba enferma y,
por una superstición muy difundida, se creia que tener un
hijo curaba a
una mujer de su enfermedad. Entonces fui deliberadamente
creada: con amor y esperanza. Solo que no curé a
mi madre. Y
siento hasta el dia de hoy esa carga de culpa: me hicieron para una
misión determinada y fallé. Como si contasen
conmigo en las trincheras
de una guerra y yo hubiera desertado. Sé que mis padres me
perdonaron por haber nacido en vano y haberlos traicionado en la gran
esperanza. Pero yo, yo no me perdono. Querria que simplemente se
hubiera cumplido un milagro: nacer y curar a mi madre. Entonces,
sí; yo habria pertenecido a mi padre y a mi madre. Yo no
podía confiar a nadie esta especia de soledad de no
pertencer porque, como desertora, tenia el secreto de la fuga que por
verguenza no podia ser conocido".
De origen judio, nacida en Ucrania, de
pocos meses llega a Brasil,
luego de un viaje en barco desde Hamburgo. Ha dejado atrás
un país que
arde, en la revolución bolchevique, en la
reaccioón
anti-comunista de los rusos blancos, en los progroms y exterminio de
los judios. Se sentirá asi extranjera en la tierra, muy
acorde con la
tradición hebráica del éxodo
permanente.
La infeccion que padecio su madre de seguro le afecto el sistema
nervioso y la parte motora, provocandole una paralisis progresiva y la
invalidez.
Pobre, muy pobre, hija de inmigrantes, verá morir a su madre
en 1930 y
a su padre en 1940. Encontrará, eso sí, en el
libro y la lectura, en el estudio y en la atención a esas
muchas voces
interiores que la acompañan un mundo porpio, original y
sorprendente. Donde la plana banalidad de los hechos cotidianos se
rompe en una sorpresiva eternidad, hecha de refulgente
energía.
Ella queria lo perdurable. Historias que nunca se acaben, chicles que
duren y nunca pierdan su sabor. Carnavales, como los de Recife, donde
vivieron un tiempo, donde la existencia familiar de vendedor de puerta
en puerta, ofreciendo telas, zapatos, perfumes, agujas y cintas, se
transfigure en la metamorfosis del disfraz y la música, de
la otra
personalidad. Por ello Clarice se definirá, muchas veces,
como una
mezcla de osadia y timidez, de tenacidad y desamparo. De lucha consigo
misma, para convertirse en abogado, sin saber bien porqué,
salvo,
quizas, un remoto afan de mejorar la vida en las carceles, y de
comprender, según sus propias palabras, como se
convirtió en "una
muchacha alta, pensativa, rebelde, todo mezclado con bastante
salvajismo y mucha timidez".
Que la llevaría ya desde el periodismo adolescente a
suprimir los
hechos y privilegiar las sensaciones. A establecer recortes
fragmentarios de lo real, lo cual será muy visible desde sus
primeros
textos, hechos de instantaneas, de transiciones repentinas, del ojo
observador que registra la ciudad y quienes la habitan, la calle y sus
pequeños dramas, la rutinaria vida de todos los dias,
expuesta y sacudida de pronto. Cortada de modo abrupto, como en dos de
sus novelas, por el imprevisto auto que destroza a sus heroinas,
llamese Macabea en La hora de la
estrella
(1977), llamese VIrginia en La
araña, su segunda
novela, de 1946.
Casada en 1943 con un compañero de la Universidad, que entra
a la carrera diplomática, se separará en 1959,
teniendo dos
hijos. Vivirá en Nápoles, en Berna, en
Suiza, seis años en Estados Unidos, incomoda con esa vida
tan fingida de protocolo y cocteles insípidos, pero a la vez
sumergiendose en su soledad, en capas mas profundas de su mente y sus
recuerdos, en diálogos con perros caseros y animales del
zoológico, en
aprendizajes inusitados con las muchachas de servicio, una de las
cuales sera la detonante de una de sus mas estremecedoras novelas , La
pasion segun G.H.
(1964).
Sagitaria, su vision poetica del mundo se sotiene a partir de esas
pulsiones instintivas donde el deseo, ya desde la infancia, tira sus
anzuelos en pos de ese lenguaje balbuceante, incapaz de aprehender la
totalidad de lo real. Por ello la lectura, en Machado de Assis, en
Monteiro Lobato, en Dostoievski, en Capitanes de arena de
Jorge Amado y Lucio Cardoso, quizas uno de sus grandes amores no
consumados, debido a la eleccion homosexual que el habia asumido, le
permiten ir perfilando su instrumento expresivo, que tendra dos
referencias claves : El lobo estepario de Herman Hesse y los Diarios y
Cuentos, de Katherine Mansfield.
Todo ello dandose por canales no logicos ni racionales sino instintivos
y sensoriales. El placer de la lectura como un goce que debe demorarse
para no agotarlo en el afan impaciente de un primer deslumbramiento.
Solo que El lobo estepario la enfermara y le producira fiebre. "Hice de
la lengua portuguesa mi vida interior y mi pensamiento más
intimo, la use para palabras de amor", confesará en un
momento. Y también revelará otra verdad de su
arte al decir : "Elegir la porpia mascara es el primer gesto humano y
solitario".
Lo permitido y lo prohibido, la forma y el vacio; y aquella narrativa
morosa construida a partir de "un lema salvaje" , como lo llama su
biografa Nadia Batella : " O yo lo destruyo o el me
destruirá",al referirse a la relación de pareja.
Esto ya desde los 9 años de una niña de colegio,
"alegre y monstruosa", a la vez, que fascinada por el profesor
despliega su papel, pues tenia "la tarea de salvarlo por la seduccion".
Asi muchos de sus personajes, que sospechamos autobiograficos pero que
ella prefiere considerar criaturas de ficcion.
Por ello sus novelas son liricas e
introspectivas, hechas de
anotaciones inmediatas, que tratan de mantener la frescura de la
impresión, y que parecen rehuir las incesantes correcciones.
Un aire
espontáneo y vivo como se dijo de su primera novela, de
1943, Cerca
del corazon salvaje en ese
obstinado sondeo del propio yo, de una
exploración de la complejidad del alma, del abismo sin
piedad donde
debemos hundirnos con la autora que es tantas veces personaje. Porque
ella sabe trabajar con la pureza del odio.
Apatia y sobresalto, fascinación y disgusto, su vida
oscilara entre un
hijo con esquizofrenia y el teatro de representaciones que urde con su
escritura. Terminará siendo máscara de si misma,
circundada por los múltiples mitos que comienzan a
envolverla en su
leyenda. Solitaria o bruja. Por ello poetas como Manuel
Bandeira o Carlos Drummond de Andrade la reconocen de su estirpe y el
gran narrador Joao Guimaraes Rosa sabrá de memoria largos
fragmentos de sus libros.
Pero la realidad acecha y su mano adormecida con un cigarrillo desatara
un voraz incendio en su lecho que afectará sensiblemente su
instrumento de escritura. Quedará asi en medio de sus
heroinas, que en sus diez novelas tienen tanto del kitsch popular como
de aquella dimensión mítica que llega hasta la
prehistoria en Africa y las primeras ciudades como Bagdad y Damasco
donde nació la escritura.
Traductora de Poe, Verne, Walter Scott y Agatha Christie
sobrevivirá economicamente y se hará popularmente
conocida al escribir para revistas de amplia circulación de
caracter
femenino y diarios de gran tiraje. Hará
también libros para niños pero en sus cuentos y
novelas solo terminará por ser fiel al misterio. Al hacerse
como ser,
es decir, como mujer escritora. Tal como lo expresó Carlos
Drummond de Andrade en un poema, "Vision de Clarice"
"Clarice vino de un misterio,
partió hacia otro.
Nunca supimos la esencia de su
misterio.
O el misterio no era esencial.
Esencial era Clarice viajando en
él".
Juan Gustavo Cobo Borda
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