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"Todo
el mundo lo llamo a uno el turco, ¡y
yo no soy turco".
Soy de Zahle, Líbano": así nos presenta David
Sánchez Juliao , nacido en Lorica, en 1945 y fallecido en el
2011, a su personaje Abraham al Humor. Quien vive, por cierto, en
Lorica, "ciudad antigua y señorial, a orillas del
río Sinú y sobre la Costa del Caribe", donde
administra su almacén El Barata (que descubriremos luego no
se trata de precios reducidos sino del nombre El Pirata) donde vende
telas de la mejor marca, artículos para el hogar y zapatos
importados por la Aduana o por Panamá.
Al poner en práctica su literatura-casete Sánchez
Juliao se involucra como atento oyente de Don Abraham, con las
graciosas inflexiones y erratas de quien pierde su idioma nativo y no
asimila del todo la lengua de su nuevo destino. Pero él
impertérrito regenta su tienda, hace propaganda radial,
grabada por él mismo, a través de Radio Progreso
de Córdoba, y en forma democrática, atiende igual
"al indio flojo, al negro bícaro o al blanco
contrabandista", renegando de paso de la indolencia tropical de sus
nuevos compatriotas y de las bromas, desaires y chismografía
que en torno suyo tienden los ociosos del lugar. Pero él
tiene el orgullo satisfecho de su raza, trabajadora y con plata. Estos
apellidos, Abdallah, Jattin, Char, Gossaín, Manzur, Morad,
Amin, Saleme, Turbay, Ayala, lo respaldan, y el viejo
caserón de madera, al "frente de la esquina norte del
Mercado Municipal, diagonal al edificio de Chéquere Fayad",
es punto de encuentro de todos los habitantes, quizas no siempre
compradores pero si habituales que propagan bulos, rumores o
maledicencias, sea de pie o en taburete, como corresponde a la
índole de estas gentes.
Que conoce a fondo pues desde 1930 la ha acompañado a punta
de popelina, opal, zaraza, etamina, tafetán, percal,
otomana, dril armada, organdí, coleta margarita, tela gloria
y galletica everley. En el treinta llega el y el carro, en 1940 el
teléfono, en 1950 la televisión, en 1960 la
emisora, en 1970 llega el hombre a la luna y ahora en 1980, el hijo
mayor, Farid, se va a graduar de Veterania (que traducido,
más tarde, comprendemos que es Veterinaria).
El cuento se sustenta en la gracia verbal, en el carácter de
víctima perpetua de don Abraham, hasta el punto de que un
grupo de parroquianos ha decidido alquilar una oficina en la plaza del
pueblo, para no hacer nada sino reirse de él, y su comadre
Josefina Horóscopo, de Chibolo, Magdalena, al verlos les
gritó: "Se van a herniar, carajo, de tanto trabajar" (p.
399) por lo cual la oficina terminaría, indefectiblemente,
por llamarse La Hernia.
Rescate, entonces de figuras de entraña popular, el texto
forma parte de esa década creativa en que
Sánchez Juliao, de 1973 a 1983, produjo "El Pachanga", "El
Flecha", "Historias de raca mandaca" y "Nadie es profeta en Lorica",
donde la voz del autor y sus picarescas inflexiones, su comprensiva
empatía con el carácter popular, hacía
que este comunicador y sociólogo, intentara darle un sentido
político a ese recate de tradiciones y mestizaje, a lo cual
no era ajeno, de ningún modo, el trabajo de Orlando Falls
Borda, en lo que luego sería La historia doble de la costa,
y a la agitación proselitista en torno al secular problema
de la tierra, en medio de los grandes latifundios de la costa, y las
asociaciones de usuarios campesinos. Pero lo que cuenta, en este caso,
es el humor como arma y la formula mágica para salir del
atraso : "poner un impuesto a la flojera" utilizando como lema el
escudo del Líbano, con su divisa : "Orden y ahorro". Sin
olvidar que en 1957, por ejemplo, las Actas del Consejo Municipal de
Lorica estaban escritas en árabe: todos sus miembros
pertenecían a tal comunidad.
La voz de Davis Sánchez Juliao, al narrar en casette estas
historias, mantuvo así vivos el tejido de la cultura popular
y la conciencia de las gentes sobre sus orígenes, trabajos y
porvenir. Los narradores orales iniciaron los relatos que dan sentido
al mundo y los narradores orales continúan
manteniéndolos vigentes.
Juan Gustavo Cobo Borda
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