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BRASIL: TIERRA DE MUCHAS VOCES

Juan Gustavo Cobo Borda


Alejandro Obregón me invito a Corferias. Había realizado el afiche del evento. Curiosos y perdidos, deambulábamos por los pabellones, cuando mi grito lo sobresalto. A el y a la mujer de pelo rojo, inquietante belleza y quemado un lado de la cara. ¿Eres Clarice Lispector? ¿Como pueden conocerme en Bogotá? Porque he leido Un aprendizaje o el libro de los placeres y lo tengo todo subrayado. Sonrió desde su cubíiculo, era el Congreso Mundial de Brujería. La fecha: 26 de agosto de 1975. Desde entonces, nunca he cesado de recomendar aquel libro, La manzana en la oscuridad o La pasion según G.H.

La literatura brasileña es de una riqueza y variedad tan notable como el país. Tiene narradores sociales, enfocados al sertón del Nordeste, como Graciliano Ramos, Jose Lins do Rego o Lucio Cardoso. Tiene modernistas, conocedores de la música y el folclor incorporadosa su rapsodia novela Macunaima (1928) como Mario de Andrade.

O profundos narradores, capaces de reelaborar los mitos centrales de occidente, sin olvidar la lengua indigena tupi; como el medico y diplomático de Minas Gerais: Joao Guimaraes Rosa y su única novela Grande Sertao: Veredas (1956) , quien estaría en Bogotá en 1948 y uno de sus relatos se centra en el cementerio de esta ciudad. Otros nos daran, en tono mas festivo, vertientes diferentes, como Jorge Amado, contándonos como los turcos descubrieron América y como sus mujeres, Doña Flor, Teresa Batista, concentran en su apetecible sensualidad la totalidad de los alimentos terrestres. O Moacyr Scliar, quién en El ejercito de un hombre solo, con humor judio, narra la peripecia de esos rusos que antes de la revolución se embarcan hacia Porto Alegre, en un nuevo peregrinaje, tragicómico y a la vez milenario. Pero si unos vienen del Libano, otros de Rusia, los abuelos gallegos de Nélida Piñón le daran las nieblas y los misterios que en su voz se remontaran a Sherezada, Bagdad, las Mil y Una Noches y Las voces del desierto (2005). Un arte oral convertido en un acto de escritura, donde la invención transforma la memoria, incluso en regiones siempre fluctuantes como la cuenca amazónica, donde un poeta como Thiago de Melo o un narrador como Marcio Souza borran tambien en las literatura las liquidas fronteras.

Pero toda aproximación a la literatura brasileña debe iniciarse en un mulato irónico, atacado por crisis de epilepsia, Machado de Assis (1839-1908) que nos dejo por lo menos tres obras maestras, como lo han reiterado en nuestros dias Susan Sontag, Carlos Fuentes y Jorge Edwards: Memorias postumas de Bras Cubas (1881), Quincas Borba (1891) y Don Casmurro (1899). Donde los adulterios los denuncia, con el tiempo, la genética y las herencias se convierten en guerras sin fin. Sabe de la desilusión que opaca todo esfuerzo y en un relato perfecto, El alienista, muestra como el manicomio terminara por acoger a todo el pueblo, medico incluido.

Esa insania, en forma urbana, hará trepidante y alucinada, luego, la narrativa febril de Rubem Fonseca, que en el vórtice de Rio de Janeiro fundirá violencia con erotismo y humor con reminiscencias clásicas y citas de poetas.

Pero si algo define a la literatura brasileña es su carga de poesía, reflexiva y a la vez subversiva. Allí están Bandeira, Drummond de Andrade, Cabral de Melo Neto, Ledo Ivo, Ferreira Gullar y Romano de Sant'Anna, sin olvidar a Augusto y Haroldo de Campos, los poetas concretos. O Vinicius de Moraes, el  poeta musico de la chica de Ipanema. En Leer Brasil (Ibraco, 2012) y en www.coboborda.org se podrá seguir este viaje fascinante por una literatura y una lengua que tantas riquezas encierra y tanta falta nos hace para entender Suramérica a cabalidad. Alfonso Romano de Sant'Anna lo explica bien:

SIGNIFICADOS
Compraba diccionarios para comprenderme
como si cogiese los hilos de una red.
Entre las palabras, en tanto,
la vida se estancaba como agua invisible
mientras me aumentaba la sed.
©2012