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JOAO CABRAL DE MELO NETO Juan Gustavo Cobo Borda |
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Hay que configurar y en ello el poeta artesano,
en versos de ocho
silabas, se empeña con ahinco : El sueño dirigido, del que habla Borges,
el juego formal, la
objetividad y la concreción, destilan "un residuo esencial" como
dice
Felipe Fortuna, uno de sus estudiosos, que bien puede producir esa
"máquina útil", como dice el poeta Cabral o la "machine a
emouvoir",
como apunto Le Corbusier en el epígrafe de El ingeniero, libro
de
Cabral de 1945, dedicado a Carlos Drummond de Andrade Descartada la subjetividad, quedan los mitos clásicos como el caso de "Fabula de Anfión". Un recinto de piedras, de cal y sequedad, donde el personaje encontrará la esterilidad que buscaba, "entre los / esqueletos del antiguo/ vocabulario". En ese desierto, "activo como un acero", será el azar quien hace sonar la flauta y le permite edificar la ciudad de Tebas. Pero el lo que desea, en verdad, es el silencio y el desierto, pues la ciudad no corresponde a su idea, a esa leve piedra que soñó, "abandonada en el espacio". Un "liso muro, blanco /puro sol en si /como cualquier naranja". Desencantado, arrojara la flauta a los peces sordomudos del mar. Esta actitud de rechazo se opone luego, en la
"Antioda", cuando asume
que son las heces las que sustentan la belleza. Muchos años despues en "Inclinado sobre
los cuadernos de
Paul Valery" reconocerá y exaltará a quien no teme ver
"lo sucio y lo
difuso" con que se hace el "perfecto cristal". |
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