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Rubem Fonseca gana el premio Juan Rulfo de México y se ríe con Moliere Juan Gustavo Cobo Borda |
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En la corte de Luis XIV y luego de representar El enfermo imaginario muere Molière. Antes de hacerlo le susurra a un marqués amigo, único personaje imaginario, su sospecha de haber sido envenenado. El marqués, amante de la mujer de Molière, inicia entonces su pesquisa en pos del asesino. ?¿Sería alguna de las preciosas ridículas que caracterizó en su célebre pieza y quienes, desde los salones y alcobas parisinas, dictaban el gusto y manejaban los hilos de la corte? ¿Madame de Ramboulliet, Madame de Servigne, la sobrina del cardenal de Richelieu o la célebre cortesana, entonces de 39 años, Ninon de Leclos? La sátira sobre ellas no justificaba una réplica tan feroz.? ¿O será, en el combate contra la hipocresía, por parte de Molière, algunos de los gremios afectados, trátese de médicos o sacerdotes, moralistas o beatos, miembros de la compañía del Santo Sacramento, los que no satisfechos con lograr prohibir sus obras, también deseaban deshacerse del autor de Tartufo y Don Juan?? La Troupe du Roi que montaba en cinco días piezas sugeridas por el monarca gozaba de la protección real pero es evidente que farsas teatrales afectaban muchos intereses, sin olvidar las propias intrigas del gremio, donde celos profesionales, acusaciones de plagio, líos de faldas y enredos pecuniarios, enturbian aún más la atmósfera.? El mismo clima, curiosamente, que la película El Rey Sol de Gerard Corbiau ha mostrado, centrada en un personaje que también asoma por la novela de Fonseca: el compositor y maestro de baile del rey, Lully. ?Por ello, sin descartar médicos burlados, sacerdotes vengativos, abogados tramposos, amantes despechadas o esposas ávidas, tras la herencia, todos resultan sospechosos. Pero lo que mejor nos muestra esta novela-divertimento, pero no por ello menos aguda, es cómo la época misma resulta culpable.? Época de ruindades y bajezas sin término pero también la época desde la cual Molière, Corneille y Racine, La Fontaine y Bossuet, dieron tal vigor a la lengua francesa, que esta ejercería "influencia y predominio cultural en el mundo durante casi doscientos años"(p. 124).? La intriga detectivesca, en manos de este cándido marqués, continua su marcha. Hay una complicada trama de crímenes y envenenamientos a cargo de otra de sus amantes, la marquesa de Brinvilliers, en el delicioso y libertino clima de época, quien no vacilará en calificar a este amateur de "un ingenuo, que la trataba como una diosa, y que desconocía por completo cuanto estaba sucediendo" (p. 97). ?Burlado, en sus pretensiones esclarecedoras en pos
de la verdad, como cualquier personaje de Molière, un logrado
anti-clímax cierra el libro. A Moliere fue su sirvienta quien lo
envenenó pero era tal su grandeza, como concluye Fonseca, que "Un
hombre como Molière merecía tener como asesino al propio
rey"(p.115).
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