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La primera figura viene de la periferia. De África. De lo que hoy es Argelia. Donde fue obispo durante 35 años en una modesta ciudad portuaria, Hipona. 93 títulos. 300 cartas y mas de 400 sermones conservados.
No hablaba griego y sus detractores lo consideraban apenas un provinciano. Pero todo lo que vivió y lo marco ha naufragado. Desde el maniqueísmo hasta el imperio romano. Desde el neo-platonismo hasta el latín. Pero quien afirmo : Yo tierra y ceniza, Yo carne y soplo que pasa y no vuelve puede ser un buen punto de partida. En las iglesias de París un gran actor, Gerard Depardieu, lee hoy en día, en voz alta, fragmentos de Las Confesiones de San Agustín, datadas en el 397 después de Cristo. ¿Por que?. Están vivas.
Después de mirarse a si mismo, de meditar, sacando a la luz toda mi miseria y la hubo amontonado bajo la mirada de mi corazón (cap. XII) se retira lejos de su amigo y su entorno:
Y me tendí no se como debajo de una higuera, solte la rienda al caudal de mis lagrimas y brotaron dos ríos de mis ojos, sacrificio que te fue aceptable, y, si no con estas palabras si en este sentido, te dije una gran cantidad de cosas. Y tu, Señor, ¿hasta cuando?. ¿Hasta cuando, Señor, has de estar siempre enojado. No te acuerdes de nuestras viejas iniquidades. Pues sentí que eran ellas las que me retenían. Proferia voces lastimeras. ¿En cuanto tiempo?:¿En cuanto tiempo?. Mañana, siempre mañana. ¿Por que no ahora?.¿Porque no poner en esta hora fin a mis torpezas?.
Esto decía y lloraba con la mas profunda amargura de mi corazón contrito. Y he aquí que, proveniente de una casa vecina, oigo una voz como de un niño o de una niña, no se, que decía cantando y repetía con frecuencia: ¡Toma, lee!. ¡Toma lee!(1)
El lector se ha aislado. Ha contemplado su nada. Y si bien lo que luego lee será una critica a que la carne se entregue a la concupiscencia, es esa voz imprevista, la que lo transforma totalmente, como si una luz de seguridad se hubiese difundido en mi corazón, se disiparon todas las tinieblas de la duda.
El libro entonces como claridad intelectual que vence perplejidades y ofrece una base firme para edificar su proyecto: ser el mismo y alabar al creador.
Narración, autobiografía, y plegaria meditativa. Hay caídas, fallas, deslices y milagros. Pero hay sobre todo un ojo que lee la Biblia, se arrepiente de su agitada adolescencia y agradece a Dios por sus bondades. Las palabras sugerentes y enigmáticas de una niña -inocencia y música - le han abierto el camino. Aquel que recorre un hombre que, al dirigirse a Dios, se encuentra consigo mismo.
El que se siente (y sabe) apenas una minucia en el cosmos es capaz de sostener un dialogo con el poder supremo, totalitario, avasallante para el cual no existe resquicio que se hurte a su mirada. Pero este autoconocimiento ofrece un saldo inquietante:
No hay quien entienda nuestra mente, ni siquiera ella misma, porque esta hecha a imagen y semejanza de Dios.
Si Dios puede resultar incomprensible , el hombre también lo es pero lo reconoce. Planta la duda. Se ha dicho que la autobiografía moderna proviene del libre examen y la reforma protestante, y tanto Rousseau y Chateaubriand, como el Goethe de Poesía y verdad, podrían ser sus hijos. ¿Pero donde dejar acaso autobiografías leídas directamente por Dios como Mi vida de Santa Teresa, traspasada de ardor divino?. En todo caso ese toma y lee, en el Bajo Imperio, es un fructífero comienzo. Un texto primordial.
RELEER ANTES QUE LEER.
En gran medida, la mayoría de los libros tratan de libros anteriores, nos recuerda George Steiner en su ensayo Después del libro, ¿que?, de 1972, incluido en su libro Sobre la dificultad (México, Fondo de Cultura Económica, 1978). Allí muestra el transito que bien puede llevarnos de San Agustín a nuestros días, al escribir:
Un hombre sentado a solas leyendo en su biblioteca personal es al mismo tiempo el producto y el generador de un orden social y moral particulares. Es un orden burgués fundado en ciertas jerarquías de educación letrada, de poder adquisitivo, de ocio y casta.
Un mundo que va de Descartes a Thomas Mann y que hoy puede parecer remoto y erosionado, ante los acezantes arrebatos del dudoso progreso y el irrefrenable consumismo. Un mundo que no deja de suscitar inolvidables agonías crepusculares y nostalgias trágicas por ese ocio perdido y al parecer irrecuperable: el del diletante, el del flaneur, que se pasea entre temas e idiomas, por el solo gusto de hacerlo. Por el simple placer de leer.
Es quizás el mundo de Jorge Luis Borges y Claudio Magris. El mundo que lleva a un autor colombiano como Pablo Montoya a escribir una novela sobre Ovidio también exiliado del Imperio y su corte.
Ya otros escritores como Enrique Serrano o Juan Esteban Constain han vuelto a revisar la historia y a buscar la perdida voz de Seneca o Chateaubriand en sus narraciones, apunten a España o a Francia como sus autenticas geografias espirituales ante la desazón y el fastidio que suscita la colombiana de hoy. Los mártires (2004) de Constain y La marca de España (1997) de Serrano son ese país alternativo. Lo que hace que Alvaro Mutis invoque a Conrad en su semblanza de Bolívar en El ultimo rostro y a García Márquez a recurrir a Suetonio y a ese ajustado logro que fueron Los idus de marzo de Thorton Wilder : la caminata de Julio Cesar al senado romano mientras los presagios de su asesinato se acumulan como aves de mal agüero. Todo ello para esclarecer y comprender mejor al Bolívar que buscan asesinar los alumnos de San Bartolome, capitaneados por Francisco de Paula Santander.
El viejo libro ayuda a sustentar un nuevo libro, del mismo modo que la Odisea homérica sustenta el día del Ulises de James Joyce por las tabernas de Dublín. Solo que leemos estas nuevas, y valiosas recreaciones, en un tiempo en que los seculares marcos se van borrando. El griego y el latín, con sus figuras mitológicas. El poder que la teología ejerció durante siglos, al hacer que la Biblia fuera la referencia que todos conocían, en sus sutilezas interpretativas o en sus versiones plásticas, tratese de muros románicos o de perspectivas renacentistas. La visita del joven Marcel, en la novela de Proust, a la iglesia de Combray muestra el poder de la leyenda en torno a Genoveva de Brabante.
Concluyamos este apartado al citar de nuevo a Steiner:
El ejercicio de la lectura, en el viejo sentido del termino, ahora solo muy raramente tiene lugar en el hogar. Esta en marcos de referencia altamente especializados: sobre todo en la biblioteca universitaria o en la oficina académica. Casi hemos regresado a la etapa anterior al famoso cuarto de lectura circular de Montaigne en la callada torre. Leemos seriamente como lo hacían los clérigos, en lugares profesionales especiales, donde los libros son herramientas profesionales y el silencio es institucional.
VIDA BREVE DEL LECTOR: LARGA VIDA DEL LIBRO
En 1952 un gran lector llamado Jorge Luis Borges escribía:
¿Por que nos inquieta que Don Quijote sea lector del Quijote y Hamlet espectador de Hamlet?. Creo haber dado con la causa : tales inversiones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores , nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios.
Cervantes, conciencia y piedad; como lo califico Marta Zambrano, hace honor a estos calificativos, desde el comienzo mismo de El Quijote. Y como añade María Teresa León : Se va volviendo jovial al envejecer, cuando alcanza la juventud de reirse de la sociedad que lo rodea, y de si mismo, añadiriamos nosotros. ¿Hay acaso algo mas jovial que este comienzo?.
Desocupado lector : sin juramente, me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el mas hermoso, el mas gallardo y mas discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir a la orden de la naturaleza: que en ella cada cosa engendra a su semejante.
Para San Agustín la mente del hombre resultaba incomprensible por ser semejante a la de Dios. Para Cervantes, creador, sus criaturas literarias, estaban hechas, virtudes y defectos, a la medida de si mismo. En consecuencia: eran humanas. Así lo corrobora Jorge Luis Borges , cuando ciego y adulto, sueña al niño que fue. Y lo hace a través del prisma de un libro leído con la seria empatía con que las primeras letras nos arrastran ya confundidos en el tumulto aventurero de esos personajes que somos nosotros mismos. El soneto, como no podía ser de otro modo, se titula Lectores.
De aquel hidalgo de cetrina y seca
Tez y de heroico afán se conjetura
Que, en víspera perpetua de aventura,
No salió nunca de su biblioteca.
La crónica puntual que sus empeños
Narra y sus tragicómicos desplantes
Fue soñada por el, no por Cervantes,
Y no es mas que una crónica de sueños.
Tal es también mi suerte. Se que hay algo
Inmortal y esencial que he sepultado
En esa biblioteca del pasado
En que leí la historia del hidalgo.
Las lentas hojas vuelve un niño y grave
Sueña con vagas cosas que no sabe.
Por su parte Carlos Fuentes (1928), el novelista y ensayista mexicano, no solo dedico un libro entero a Cervantes o la critica de la lectura (1976) sino que años mas tarde, en un volumen donde resume sus convicciones : En esto creo (2002) concreto en la figura de Don Quijote al lector por excelencia. El lector, que absorbido hasta tal punto por la lectura, ve como ella se torna locura. Oigamos esta fascinante paradoja:
Don Quijote es un lector. Mas bien dicho : su lectura es su locura. Poseído de la locura de la lectura, Don Quijote quisiera convertir en realidad lo que ha leído: los libros de caballería. El mundo real, mundo de cabreros y asaltantes, de venteros maritornes y cuerdas de presos, rehusa la ilusión de Don Quijote, zarandea al hidalgo, lo mantea, lo apalea.
A pesar de todas las golpizas de la realidad, Don Quijote persiste en ver gigantes donde solo hay molinos. Los ve, porque así le dicen sus libros que debe ver.
Pero hay un momento extraordinario en que Don Quijote, el voraz lector, descubre que el, el lector, también es leído.
Es el momento en que un personaje literario, Don Quijote, por primera vez en la historia de la literatura, entra a una imprenta en , where else?, Barcelona. Ha llegado hasta allí para denunciar la versión apócrifa de sus aventuras publicadas por un tal Avellaneda y decirle al mundo que el, el autentico Don Quijote, no es el falso Don Quijote de la versión de Avellaneda.
En Barcelona, Don Quijote, paseandose por la ciudad condal, ve un letrero que dice Aquí se imprimen libros, entra y observa el trabajo de la imprenta, viendo tirar en una parte, corregir en otra, componer en esta, enmendar en aquella, hasta darse cuenta de que lo que allí se esta imprimiendo es su propia novela, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, un libro donde, para asombro de Sancho se cuentan cosas que solo el y su amo se dijeron, secretos que ahora la impresión y la lectura hacen públicos, sujetando a los protagonistas de la historia al conocimiento y al examen críticos, democráticos. Ha muerto la escolástica. Ha nacido el libre examen.
A su vez el critico peruano Julio Ortega (1942) abrió otra opción, también sobre la lectura, a partir de Sancho Panza, el no leído, el no letrado:
He elaborado la tesis de que El Quijote tiene un héroe de la lectura que es Sancho Panza, el analfabeto. Después de todo, Don Quijote es un lector errado y errático. Pero Sancho, que aprende a leer en las rutas de su amo, termina siendo el mejor lector. Lo demuestra cuando en su insula lee cada caso que juzga como si leyese una novela. Esta hecho por la letra, en la que se libera de la tiranía de lo literal, de esa sombra del poder absoluto, de cuya Mancha solo queda huir y a la que solo se vuelve a morir.
Todas estas lecturas, como vemos, apuntan hacia un mismo objetivo : la libertad del lector al compartir el clima libérrimo de la creación. La novela, como espacio ficticio, para que la verdad se torne mentira y la mentira irrefutable verdad.
LOS RIESGOS DEL LECTOR
En septiembre de 1931, un poeta y dramaturgo español, Federico Garcia Lorca, inagura la primera biblioteca publica de su pueblo, Fuente Vaqueros. Como dice en su discurso la primera seguramente en toda la provincia de Granada.
Hace, como es natural, un elogio del libro y de como ese instrumento depara el supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasion. Se remonta a la Revolucion Francesa, a la cual califica de primera obra social de los libros; ignorando quizas las letal observacion DAlembert en el discurso preliminar de la Enciclopedia:
La barbarie dura siglos. Parece que es nuestro alimento. La razon y el bien son solo pasajeros.
Lo que Walter Benjamin, en un texto escrito en los mismos años de vida de Garcia Lorca, consigno en una sentencia irrefutable:
No existe documento de cultura que no sea a la vez documento de barbarie.
Y concluye Lorca con una puntualizacion exigente acerca del lector y el libro:
Es preciso que la biblioteca se este nutriendo de libros nuevos y lectores nuevos y que los maestros se esmeren en no enseñar a leer a los niños mecanicamente, como hacen tantos por desgracia todavia, sino que les inculquen el sentido de la lectura, es decir lo que valen un punto y una coma en el desarrollo y forma de una idea escrita. y ¡libros! ¡libros! .
Todos los libros, de San Juan de la Cruz a Tolstoi, San Agustin y La ciudad de Dios mirando de frente al Zaratustra de Nietzsche o El capital de Marx. Seria quizas esa amplitud de espiritu la que llevo a los nacionalistas del general Francisco Franco a fusilarlo, entre un maestro y un torero, simbolica pareja de lo que la derecha repudiaba. Tambien ,de seguro, influyo en esa barbarie criminal la envidia, tan española, ante su exito como poeta y dramaturgo; su homosexualismo, y su apuesta en favor de la cultura, retomando en su poesia lo vetado, tratese de las casidas arabes o los poemas en gallego. Sin olvidar nunca La Barraca, su aventura teatral por pueblos y provincias de España, rescatando el Romancero o ese siglo de oro, con Lope de Vega y Calderon en el teatro. Lo mataron por lector. Porque el absolutismo dictatorial no admite voz distinta a la del caudillo que dicta la ley y condena al hereje, y Lorca lo era. (2)
Un poeta-profesor, de la misma generacion de Lorca; permite cerrar este deambular adentro de la lectura con un poema titulado De lector en lector. Oigamos a Jorge Guillen como hermoso epilogo de este breve viaje:
DE LECTOR EN LECTOR
Con el esteta no invocó
A la inmensa minoria,
Ni llamó con el ingenuo
a la inmensa mayoria.
Mi pluma sobre el papel
Tiene ante si compañia.
Me dirijo a ti, lector,
Hombre con toda tu hombria
Que sabes leer y lees
A tus horas poesia
Buena para ti la suerte
¡Si fuese buena la mia!
Yo como el diestro en la plaza
Brindo.
Brindo por usía
Y por toda la compañia
Posible.
Aire nuestro (1968)
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